Como investigador de fenómenos digitales y psicología social, he dedicado los últimos años a estudiar la propagación de contenidos virales en internet, especialmente aquellos que generan pánico moral. Pocos casos ilustran tan claramente la intersección entre el folclore digital y la histeria colectiva como el fenómeno de «Momo», que emergió con fuerza en 2018 y continuó generando preocupación hasta bien entrado 2019.
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Orígenes de Momo
El fenómeno Momo tiene sus raíces en una escultura artística japonesa llamada «Mother Bird», creada por la empresa Link Factory para una exposición en 2016. La escultura, diseñada por el artista Keisuke Aisawa, representaba una figura femenina con rasgos grotescos: ojos saltones, una sonrisa exagerada que se extendía de oreja a oreja, y características aviares inquietantes.
Lo que comenzó como una obra de arte experimental se transformó en un fenómeno viral cuando la imagen fue apropiada y asociada a un supuesto reto suicida dirigido principalmente a niños y adolecentes. La imagen se difundió inicialmente a través de WhatsApp, donde usuarios desconocidos con la foto de perfil de Momo supuestamente contactaban a menores para incitarlos a realizar actos peligrosos.
Propagación y mecanismos de viralización
La propagación del fenómeno Momo siguió patrones similares a otras leyendas urbanas digitales como «Slender Man» o «Blue Whale Challenge». Analizando los datos disponibles, podemos identificar tres factores clave que contribuyeron a su rápida expansión:
- Estética perturbadora: La imagen de Momo fue diseñada para provocar una respuesta visceral, activando lo que los psicólogos denominan «valle inquietante» (uncanny valley).
- Narrativa adaptable: Como muchas leyendas urbanas, la historia de Momo era lo suficientemente vaga para adaptarse a diferentes contextos culturales, permitiendo su fácil localización.
- Amplificación mediática: Los medios de comunicación tradicionales, en su afán por alertar sobre posibles peligros, inadvertidamente contribuyeron a la difusión del fenómeno, creando un ciclo de retroalimentación.

Impacto social y psicológico
El pánico moral generado por Momo tuvo consecuencias reales. Escuelas de diversos países emitieron advertencias, padres restringieron el acceso a internet de sus hijos, y se reportaron casos de ansiedad infantil relacionados con el miedo a encontrarse con esta figura.
Un estudio realizado por la Universidad de Oxford en 2019 sugiere que, aunque no se confirmó ningún suicidio directamente vinculado a Momo, el fenómeno generó un estrés significativo en comunidades escolares y familiares. Esto refleja lo que el sociólogo Stanley Cohen denominó «pánico moral», donde la percepción de una amenaza supera ampliamente su peligro real.
Desmitificación y respuesta
A medida que el fenómeno ganaba notoriedad, organizaciones como la Policía Nacional, UNICEF y diversas ONG dedicadas a la seguridad infantil en internet comenzaron campañas de concientización para desmitificar el fenómeno. Se enfatizó que no existían evidencias concretas de que el «reto Momo» hubiera causado daños directos, y que muchos de los reportes eran exageraciones o directamente falsos.
La respuesta más efectiva vino de la alfabetización mediática: enseñar a padres y niños a evaluar críticamente la información que reciben en línea y a reconocer tácticas de manipulación emocional.
Reflexiones personales
Como investigador, he observado que Momo representa un caso fascinante de cómo las ansiedades sociales contemporáneas sobre la tecnología, la seguridad infantil y la perdida de control parental se materializan en narrativas virales. La velocidad con la que se propagó el pánico refleja nuestras inseguridades colectivas sobre un mundo digital que evoluciona más rápido que nuestra capacidad para comprenderlo.
Es interesante notar que, a pesar de que la imagen original fue creada con propósitos artísticos, su descontextualización y recontextualización en medios digitales transformó completamente su significado y impacto. Esto demuestra como el arte puede ser reinterpretado y resignificado en la era digital de maneras que sus creadores jamás podrían haber previsto.
Conclusión
El fenómeno Momo, aunque basado en premisas falsas, nos ofrece lecciones valiosas sobre la propagación de información en la era digital. Nos recuerda la importancia de verificar fuentes, mantener una postura crítica ante contenidos alarmistas, y desarrollar estrategias educativas que preparen a las nuevas generaciones para navegar un paisaje mediático cada vez más complejo.
Como sociedad, debemos encontrar un equilibrio entre la protección legítima de los menores y la creación de pánicos innecesarios que, paradójicamente, pueden causar más daño que los peligros que pretenden prevenir.
Referencias:
- Aiken, M. (2019). «The Cyber Effect: A Pioneering Cyberpsychologist Explains How Human Behavior Changes Online». Spiegel & Grau.
- Cohen, S. (2002). «Folk Devils and Moral Panics: The Creation of the Mods and Rockers». Routledge.
- Wardle, C., & Derakhshan, H. (2018). «Information Disorder: Toward an interdisciplinary framework for research and policy making». Council of Europe. https://edoc.coe.int/en/media/7495-information-disorder-toward-an-interdisciplinary-framework-for-research-and-policy-making.html
- Burgess, J., & Green, J. (2018). «YouTube: Online Video and Participatory Culture». Polity Press.
- Livingstone, S., & Haddon, L. (2018). «EU Kids Online: Final Report». London School of Economics and Political Science.
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