Johnson & Johnson: controversias, escándalos y conspiraciones

Johnson & Johnson (J&J) representa uno de los mayores conglomerados farmacéuticos y de productos para el cuidado personal a nivel mundial. Fundada en 1886 por los hermanos Robert Wood Johnson, James Wood Johnson y Edward Mead Johnson, esta corporación multinacional estadounidense ha crecido hasta convertirse en una de las empresas más poderosas del planeta, con productos que abarcan desde medicamentos y dispositivos médicos hasta artículos de higiene personal que forman parte de la vida cotidiana de millones de personas.

Sin embargo, detrás de su imagen corporativa de confianza y su emblemático lema «una empresa dedicada al cuidado», J&J ha enfrentado numerosas controversias, demandas multimillonarias y acusaciones que han alimentado tanto investigaciones periodísticas rigurosas como teorías conspirativas de diverso calado. Como investigador especializado en el análisis de controversias corporativas y fenómenos parapsicológicos, este documento pretende arrojar luz sobre la compleja realidad que rodea a esta empresa, distinguiendo entre hechos probados y especulaciones infundadas.

A lo largo de este análisis, examinaremos con detalle las principales controversias que han salpicado la reputación de Johnson & Johnson, evaluaremos la evidencia disponible y analizaremos críticamente las teorías conspirativas que han surgido en torno a esta corporación. Nuestro objetivo es proporcionar una visión equilibrada que permita al lector formarse una opinión informada, basada en datos contrastados y no en rumores o exageraciones.

El talco y el asbesto: una controversia de décadas

Orígenes de la controversia

Quizás la polémica más conocida y longeva que ha enfrentado Johnson & Johnson está relacionada con su emblemático talco para bebés, un producto casi sinónimo de la marca durante generaciones. La controversia se centra en la presunta contaminación del talco con asbesto (amianto), un mineral cancerígeno, y las acusaciones de que la empresa conocía este riesgo desde hace décadas pero lo ocultó deliberadamente al público.

El talco y el asbesto suelen encontrarse juntos en la naturaleza, lo que significa que el talco extraído puede contener trazas de asbesto si no se procesa adecuadamente. La exposición al asbesto ha sido vinculada al desarrollo de mesotelioma, un tipo de cáncer agresivo que afecta al revestimiento de los órganos internos, particularmente los pulmones.

Las demandas y la evidencia emergente

A partir de la década de 1970, comenzaron a surgir preocupaciones sobre la posible contaminación del talco con asbesto. Sin embargo, fue en años recientes cuando el caso adquirió dimensiones monumentales. En 2018, un reportaje de Reuters causó conmoción al afirmar que J&J sabía desde al menos 1971 que su talco para bebés ocasionalmente contenía trazas de asbesto, según documentos internos de la compañía que salieron a la luz en litigios.

Estas revelaciones desataron una avalancha de demandas. Uno de los casos más sonados ocurrió en 2018, cuando un jurado de Missouri ordenó a J&J pagar 4.690 millones de dólares a 22 mujeres que alegaban haber desarrollado cáncer de ovario por el uso prolongado del talco. Aunque la cantidad fue posteriormente reducida, el caso sentó un precedente.

En 2020, la presión legal y reputacional llevó a Johnson & Johnson a anunciar la retirada de su talco para bebés del mercado norteamericano, aunque la empresa continuó insistiendo en la seguridad del producto y atribuyó la decisión a «cambios en los hábitos de consumo» y el impacto de la «desinformación».

¿Conspiración corporativa o gestión deficiente?

Los críticos argumentan que estamos ante un caso clásico de conspiración corporativa: una empresa que priorizó las ganancias sobre la seguridad pública, ocultando deliberadamente información sobre los riesgos de sus productos durante décadas. Los documentos internos revelados sugieren que J&J estaba al tanto de los posibles problemas y desarrolló estrategias para mitigar los riesgos legales y de relaciones públicas, en lugar de abordar directamente el problema.

Sin embargo, es importante matizar que la evidencia científica sobre la relación entre el talco (sin asbesto) y el cáncer de ovario sigue siendo objeto de debate. Algunos estudios han encontrado correlaciones, mientras que otros no han podido establecer una relación causal definitiva. Esto no exime a la empresa de responsabilidad por posible contaminación con asbesto, pero ilustra la complejidad científica del asunto.

En 2021, J&J anunció un plan para resolver todas las demandas actuales y futuras relacionadas con el talco mediante la creación de una subsidiaria que inmediatamente se declararía en bancarrota, asignando 2.000 millones de dólares para resoluciones. Esta maniobra legal, conocida como «quiebra de dos pasos de Texas», ha sido criticada por activistas y abogados de las víctimas como un intento de eludir responsabilidades.

Demanda por talco en polvo de Jhonson & Jhonson
Demanda por talco en polvo de Jhonson & Jhonson. Imagen: Heraldo.es

La crisis de los opioides: ¿parte del problema?

El contexto de una epidemia nacional

La crisis de los opioides en Estados Unidos ha sido calificada como una de las peores epidemias de salud pública en la historia reciente del país. Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), entre 1999 y 2019, casi 500.000 personas murieron por sobredosis relacionadas con opioides.

Aunque Johnson & Johnson no ha sido tan prominente en esta controversia como otras farmacéuticas como Purdue Pharma, la empresa ha enfrentado acusaciones significativas por su papel en esta crisis.

El papel de Johnson & Johnson en la crisis

Lo que muchos desconocen es que Johnson & Johnson, a través de sus subsidiarias Tasmanian Alkaloids y Noramco, fue durante años uno de los mayores proveedores de materia prima para opioides a nivel mundial, cultivando amapolas especialmente desarrolladas para producir más tebaína, un precursor de la oxicodona y otros opioides potentes.

En 2019, un juez de Oklahoma falló que J&J había creado una «molestia pública» al participar en un marketing engañoso que minimizaba los riesgos adictivos de los opioides y exageraba sus beneficios. La empresa fue condenada a pagar 465 millones de dólares al estado, aunque posteriormente esta sentencia fue anulada en apelación.

En 2021, J&J acordó pagar 5.000 millones de dólares como parte de un acuerdo nacional para resolver las demandas relacionadas con la crisis de los opioides, sin admitir responsabilidad legal.

¿Conspiración industrial o fallos regulatorios?

Algunos críticos y teóricos de la conspiración han sugerido que la crisis de los opioides fue el resultado de una conspiración deliberada de la industria farmacéutica para crear adicción y maximizar ganancias. Sin embargo, la realidad parece ser más compleja y sistémica.

La evidencia indica que hubo fallos a múltiples niveles: farmacéuticas que minimizaron riesgos y promovieron usos cuestionables, médicos que prescribieron excesivamente, reguladores que no actuaron con suficiente rigor, e incluso presiones culturales y sociales que fomentaban soluciones rápidas para el dolor.

En el caso específico de J&J, la empresa parece haber participado en prácticas problemáticas similares a las de sus competidores, pero no hay evidencia concluyente de que fuera el arquitecto principal de una conspiración para fomentar deliberadamente la adicción a los opioides.

Problemas con productos médicos: implantes y dispositivos

El caso de las mallas transvaginales

Las mallas transvaginales de J&J, comercializadas a través de su subsidiaria Ethicon, han sido objeto de miles de demandas por parte de mujeres que alegan haber sufrido dolor crónico, infecciones, erosión del tejido y otras complicaciones graves tras su implantación para tratar prolapsos de órganos pélvicos o incontinencia urinaria.

En 2019, la FDA ordenó a los fabricantes que dejaran de vender mallas transvaginales después de determinar que no habían demostrado adecuadamente su seguridad y eficacia. Para entonces, J&J ya había retirado voluntariamente muchos de estos productos del mercado, aunque insistiendo en su seguridad.

La empresa ha pagado cerca de 2.600 millones de dólares para resolver demandas relacionadas con estos dispositivos, que según los documentos internos revelados durante los juicios, fueron lanzados al mercado con pruebas clínicas inadecuadas.

Implantes de cadera ASR

Otro caso notorio involucra los implantes de cadera metal-metal ASR de DePuy, una subsidiaria de Johnson & Johnson. Estos implantes fueron retirados del mercado en 2010 después de que los datos mostraran una tasa de fallo inusualmente alta de aproximadamente el 13% en cinco años, mucho mayor que el estándar de la industria.

Los problemas surgieron cuando el roce entre los componentes metálicos liberaba partículas de cromo y cobalto en el torrente sanguíneo de los pacientes, provocando en algunos casos una condición conocida como metalosis. Los pacientes experimentaron dolor severo, inflamación, daño tisular e incluso efectos sistémicos por envenenamiento por metales pesados.

En 2013, J&J acordó pagar aproximadamente 2.500 millones de dólares para resolver miles de demandas relacionadas con estos implantes defectuosos. Sin embargo, documentos internos revelados durante los litigios sugirieron que la empresa pudo haber conocido los problemas antes de que el producto fuera retirado del mercado.

Un estudio realizado por investigadores independientes encontró que el diseño de los implantes ASR tenía defectos fundamentales que los ejecutivos de DePuy reconocieron internamente antes de que se tomara la decisión de retirarlos. No obstante, la empresa siguió comercializandolos, lo que ha alimentado las teorías de que priorizaron los beneficios sobre la seguridad de los pacientes.

El caso Risperdal y el uso no aprobado en niños

El Risperdal (risperidona) es un medicamento antipsicótico desarrollado por Janssen Pharmaceuticals, otra subsidiaria de Johnson & Johnson. En 2013, la empresa acordó pagar 2.200 millones de dólares para resolver acusaciones civiles y penales relacionadas con la promoción del medicamento para usos no aprobados por la FDA, particularmente en niños y ancianos.

Lo más controvertido fue la promoción del uso de Risperdal en niños antes de que fuera aprobado para ese grupo de edad, así como la minimización de un efecto secundario particularmente angustioso en varones adolescentes: la ginecomastia (crecimiento anormal de tejido mamario).

Documentos internos revelados durante los juicios mostraron que J&J era consciente del riesgo elevado de ginecomastia en jóvenes, pero modificó los datos para que pareciera menos significativo en sus comunicaciones con médicos y reguladores.

Vacuna Janssen contra COVID-19 de Johnson & Johnson
Vacuna Janssen contra COVID-19. Imagen: El Mundo.es

Vacunas y controversias: separando hechos de ficción

La vacuna COVID-19 de Janssen y los casos de trombosis

En 2021, la vacuna contra la COVID-19 desarrollada por Janssen (J&J) fue temporalmente suspendida en varios países tras reportarse casos raros pero graves de trombosis con síndrome de trombocitopenia (TTS) en algunas personas vacunadas, principalmente mujeres menores de 50 años.

Aunque los casos fueron extremadamente raros (aproximadamente 3.8 casos por millón de dosis en mujeres entre 18-49 años), la situación generó preocupación pública y alimentó teorías conspirativas sobre las vacunas en general.

Tras revisar los datos, las agencias reguladoras como la FDA y la EMA concluyeron que los beneficios de la vacuna superaban los riesgos, pero añadieron advertencias sobre el pequeño riesgo de estos eventos tromboembólicos poco comunes.

Teorías conspirativas y desinformación

Este incidente, junto con la velocidad sin precedentes con la que se desarrollaron las vacunas contra la COVID-19, alimentó diversas teorías conspirativas que vincularon a J&J con supuestos planes para control poblacional, implantación de microchips o manipulación genética.

Es importante señalar que no existe evidencia científica que respalde estas teorías. El desarrollo acelerado de las vacunas fue posible gracias a:

  • Financiación sin precedentes.
  • Colaboración científica internacional.
  • Procesos regulatorios optimizados pero sin saltarse etapas críticas de seguridad.
  • Tecnologías que ya estaban en desarrollo antes de la pandemia.

Lo que sí es un hecho documentado es que la vacuna de J&J enfrentó problemas de producción en una planta de Baltimore operada por Emergent BioSolutions, donde millones de dosis tuvieron que ser descartadas por contaminación cruzada con componentes de la vacuna de AstraZeneca. Esto refleja problemas de control de calidad y supervisión, pero no evidencia de conspiración.

Prácticas comerciales cuestionables en mercados internacionales

Sobornos y violaciones de la ley FCPA

En 2011, Johnson & Johnson acordó pagar 70 millones de dólares para resolver acusaciones de haber violado la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero (FCPA) mediante el pago de sobornos a funcionarios de salud pública en Grecia, Polonia y Rumanía, así como en el programa «Petróleo por Alimentos» de la ONU en Irak.

Según los documentos del caso, estos sobornos fueron diseñados para asegurar contratos gubernamentales y aumentar las ventas de dispositivos médicos y productos farmacéuticos en estos mercados. La empresa utilizó esquemas complejos para ocultar estos pagos, incluyendo sociedades offshore y contratos de consultoría falsos.

Experimentación éticamente cuestionable

Una controversia menos conocida involucra acusaciones de prácticas de investigación éticamente cuestionables en países en desarrollo. Críticos han señalado que J&J, como otras grandes farmacéuticas, ha realizado ensayos clínicos en países con regulaciones menos estrictas y participantes más vulnerables.

Un caso documentado ocurrió en la India, donde Janssen (subsidiaria de J&J) realizó ensayos clínicos para Sirturo (bedaquilina), un medicamento para la tuberculosis resistente a múltiples fármacos. Organizaciones como Médicos Sin Fronteras criticaron algunos aspectos del diseño del estudio, argumentando que podían poner en desventaja a pacientes vulnerables.

Sin embargo, es importante contextualizar estas acusaciones: la experimentación internacional es una práctica común en la industria farmacéutica y no necesariamente implica conducta no ética, siempre que se sigan los protocolos adecuados de consentimiento informado y supervisión.

Control de calidad en fabricación farmacéutica
Control de calidad en fabricación farmacéutica. Imagen: Inycom Industria

Las teorías conspirativas más extravagantes

Supuesta conexión con el «Nuevo Orden Mundial»

Entre las teorías más extremas y menos fundamentadas está la que vincula a Johnson & Johnson con supuestas agendas de control poblacional y el establecimiento de un «Nuevo Orden Mundial». Estas teorías suelen conectar a la empresa con otras organizaciones como la Fundación Bill y Melinda Gates, la OMS y el Foro Económico Mundial.

Los proponentes de estas teorías señalan la participación de ejecutivos de J&J en foros internacionales como Davos y sus contribuciones a organizaciones globales de salud como «prueba» de su participación en una supuesta conspiración global. Sin embargo, estas conexiones tienen explicaciones mucho más prosaicas: como una de las mayores empresas farmacéuticas del mundo, es natural que J&J participe en foros políticos y económicos internacionales y colabore con organizaciones de salud global.

Ingredientes «secretos» y toxinas

Otra línea de teorías conspirativas se centra en supuestos ingredientes tóxicos o secretos en los productos de J&J. Si bien la empresa ha enfrentado problemas reales con algunos ingredientes (como la contaminación por asbesto en el talco), muchas de las acusaciones en redes sociales y sitios web de «medicina alternativa» carecen de base científica.

Por ejemplo, se han difundido afirmaciones sobre ingredientes «peligrosos» en champús y cremas de la marca que, en realidad, son conservantes comunes utilizados en concentraciones seguras según las regulaciones actuales. Estos rumores suelen mezclar información científica real (como nombres químicos complejos que suenan amenazadores) con interpretaciones erróneas o exageradas de sus efectos.

El caso de las denuncias de whistleblowers

Las denuncias internas han sido una fuente importante de información sobre prácticas cuestionables dentro de J&J. En 2010, dos exempleados de Janssen se convirtieron en denunciantes en un caso que eventualmente llevó a un acuerdo de 181 millones de dólares relacionado con la promoción fuera de etiqueta del antipsicótico Risperdal.

Otro caso notable involucró a William Weldon, ex-CEO de Johnson & Johnson, quien testificó ante el Congreso de EE.UU. en 2010 sobre una «retirada fantasma» del mercado de lotes defectuosos de Motrin. En lugar de anunciar públicamente un retiro, la empresa contrató a contratistas para comprar silenciosamente los productos defectuosos de las tiendas.

Estos casos demostrados de conducta corporativa cuestionable proporcionan un terreno fértil para teorías conspirativas más amplias. Sin embargo, es importante distinguir entre prácticas corporativas poco éticas (que están bien documentadas) y conspiraciones globales de gran escala (que carecen de evidencia sustancial).

Análisis crítico: separando hechos de ficción

El patrón de comportamiento corporativo

Al examinar las controversias de Johnson & Johnson a lo largo de las décadas, emerge un patrón preocupante. La empresa ha sido encontrada responsable repetidamente de:

  • Ocultar o minimizar información sobre riesgos de productos.
  • Promocionar medicamentos para usos no aprobados.
  • Fallar en la implementación de controles de calidad adecuados.
  • Utilizar estrategias legales agresivas para minimizar responsabilidades.

Este patrón de comportamiento es consistente con lo que los académicos llaman «mala conducta corporativa normalizada» – prácticas cuestionables que se vuelven parte de la cultura empresarial, especialmente en industrias altamente rentables donde los incentivos financieros pueden eclipsar consideraciones éticas.

El contexto más amplio de la industria farmacéutica

Es importante señalar que muchos de los problemas asociados con J&J no son exclusivos de esta empresa, sino que reflejan cuestiones sistémicas en toda la industria farmacéutica y de dispositivos médicos:

  • Presión por innovar y lanzar productos rápidamente.
  • Incentivos financieros que pueden entrar en conflicto con objetivos de seguridad.
  • Complejidad regulatoria que crea lagunas y zonas grises.
  • Globalización que permite explotar diferencias en estándares regulatorios.

Esto no justifica las acciones de J&J, pero proporciona un contexto importante: estamos hablando de problemas sistémicos y estructurales, no necesariamente de una empresa «malvada» que se destaca del resto.

La distinción entre conducta corporativa poco ética y conspiraciones globales

Existe una diferencia crucial entre:

  1. Conducta corporativa poco ética: Prácticas como ocultar datos de seguridad, marketing agresivo de productos potencialmente peligrosos, o cabildeo para normativas favorables. Estas prácticas están bien documentadas en el caso de J&J y otras farmacéuticas.
  2. Teorías conspirativas globales: Afirmaciones sobre planes coordinados de control poblacional, implementación de agendas ideológicas secretas o alianzas con gobiernos para propósitos nefastos. Estas teorías carecen generalmente de evidencia creíble.

La evidencia respalda claramente la existencia del primer tipo de conducta en Johnson & Johnson. El segundo tipo de afirmaciones, sin embargo, requiere un escrutinio mucho más riguroso y, en la mayoría de los casos, no supera un análisis crítico básico.

Respuesta corporativa y transformación

Cambios en la estrategia de J&J frente a las controversias

En respuesta a las múltiples controversias y daños reputacionales, Johnson & Johnson ha implementado diversos cambios organizativos y de políticas:

  • Creación de un Comité de Cumplimiento y Ética más robusto.
  • Inversión en sistemas de farmacovigilancia mejorados.
  • Mayor transparencia en los ensayos clínicos.
  • Escisión de la división de productos de consumo (anunciada en 2021) para crear una empresa separada.

Sin embargo, los críticos argumentan que muchos de estos cambios han sido reactivos en lugar de proactivos, implementados principalmente como respuesta a litigios costosos y daños reputacionales, más que por un compromiso genuino con la responsabilidad corporativa.

La división corporativa: ¿Reinvención o estrategia legal?

En 2021, J&J anunció planes para dividirse en dos empresas: una centrada en productos farmacéuticos y dispositivos médicos, y otra dedicada a productos de consumo. Algunos analistas han interpretado esta movida como un intento de aislar diferentes partes del negocio de los pasivos legales acumulados.

Esta estrategia, combinada con la controvertida maniobra de la «quiebra de dos pasos de Texas» para resolver los litigios del talco, sugiere que la empresa continúa priorizando la protección de activos y la gestión de riesgos legales por encima de asumir plena responsabilidad por daños pasados.

Regulación de la industria farmacéutica. Imagen: Inycom Industria

Conclusiones: Una evaluación equilibrada

Lo que sabemos con certeza

Basándonos en la evidencia disponible, podemos concluir con un alto grado de confianza que:

  • Johnson & Johnson ha sido responsable de conductas corporativas éticamente cuestionables en múltiples ocasiones, respaldadas por decisiones judiciales, acuerdos legales y documentos internos.
  • Estas conductas han causado daños reales a consumidores y pacientes en varios casos.
  • La empresa ha empleado estrategias agresivas para minimizar su responsabilidad legal y proteger su imagen pública.
  • Muchos de estos problemas reflejan cuestiones sistémicas más amplias en la industria farmacéutica y de dispositivos médicos.

Lo que no podemos afirmar

Por otro lado, no hay evidencia creíble que respalde:

  • Que J&J forme parte de una conspiración global para control poblacional o establecimiento de un «Nuevo Orden Mundial».
  • Que sus productos contengan ingredientes secretos diseñados para dañar intencionalmente a los consumidores.
  • Que la empresa esté involucrada en planes coordinados con gobiernos u organizaciones para implementar agendas ocultas a través de sus productos médicos.

Una perspectiva equilibrada

La historia de Johnson & Johnson ilustra las complejas realidades del capitalismo corporativo moderno. Es una empresa que ha desarrollado productos que han salvado y mejorado innumerables vidas, mientras simultáneamente ha participado en prácticas que han causado daño significativo.

Esta dualidad refleja las tensiones inherentes en un sistema donde las corporaciones tienen la responsabilidad dual de generar beneficios para los accionistas y servir al bien público. Cuando estas responsabilidades entran en conflicto, la evidencia sugiere que J&J, como muchas otras grandes corporaciones, ha priorizado con demasiada frecuencia los intereses financieros.

Comprender esta realidad es más útil—y está más respaldada por los hechos—que adoptar narrativas conspirativas simplistas. Las verdaderas «conspiraciones» suelen ser más mundanas pero no menos perjudiciales: decisiones tomadas en salas de juntas corporativas basadas en análisis de costo-beneficio que subestiman el valor de la seguridad pública y la transparencia.

Implicaciones para consumidores y ciudadanos

Para los consumidores, el caso de J&J subraya la importancia de:

  • Mantenerse informados sobre los productos que utilizan.
  • Apoyar una regulación robusta e independiente.
  • Ser escépticos ante afirmaciones de marketing corporativo.
  • Distinguir entre críticas legitimas basadas en evidencia y teorías conspirativas sin fundamento.

En última instancia, el caso de Johnson & Johnson no es tanto una historia de conspiración malévola como un estudio de caso sobre los fallos sistémicos en la regulación corporativa, las presiones del capitalismo de accionistas, y la necesidad de mayor responsabilidad en industrias que afectan directamente la salud pública.

Referencias bibliográficas

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