Cuando la leyenda digital de Momo comenzó a propagarse por Internet en 2018, un nombre emergió junto a ella: Keisuke Aisawa. Supuestamente, este artista japonés habría sido el creador de la perturbadora imagen que desató pánico global entre padres y educadores. Sin embargo, tras años de investigación y documentación, la realidad sobre esta figura resulta ser mucho más compleja y, en cierto modo, inexistente.
Keisuke Aisawa se convirtió en un nombre asociado a uno de los fenómenos virales más inquietantes de Internet, pero la verdad es que existe poca o ninguna evidencia verificable sobre la existencia real de dicho artista. Este es un caso fascinante donde una atribución errónea se ha convertido en parte integral de una leyenda urbana digital.
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La verdad detrás de la escultura
La imagen conocida como «Momo» no es obra de ningún Keisuke Aisawa, sino una escultura titulada «Mother Bird» (Pájaro Madre) creada por Link Factory, una empresa japonesa especializada en efectos especiales y creaciones para películas de terror. Específicamente, fue el artista Keisuke Aiso (no Aisawa) quien diseñó esta pieza en 2016, expuesta originalmente en la Vanilla Gallery de Tokio, una galería conocida por exhibir arte de terror y ocultismo.
La confusión entre «Aiso» y «Aisawa» ejemplifica cómo la información se distorciona cuando se propaga rápidamente por Internet, particularmente en contextos donde el miedo y la fascinación por lo macabro están presentes.

El artista real: Keisuke Aiso
Keisuke Aiso, el verdadero creador, ha declarado en varias entrevistas posteriores al fenómeno viral que la escultura fue inspirada en el folklore japonés, específicamente en el personaje «ubume», un espíritu de una mujer que murió durante el embarazo. La escultura combinaba elementos humanos y aviares, creando una inquietante figura híbrida que nunca fue pensada para aterrorizar a los niños.
En una entrevista con The Sun en 2019, Aiso expresó su consternación por cómo su obra artística había sido apropiada y tergiversada: «Estoy preocupado de que mi obra haya sido utilizada para causar problemas, pero estoy satisfecho de que la escultura ya no exista y que la maldición haya terminado». Efectivamente, Aiso confirmó que la escultura original, hecha de materiales efímeros como látex y pelo sintético, se había deteriorado y fue descartada en 2018, mucho antes de que la histeria alcanzara su punto álgido.
La transformación de una obra de arte en un fenómeno viral
La metamorfosis de la escultura «Mother Bird» en el fenómeno «Momo» representa un caso de estudio fascinante sobre cómo el arte puede ser descontextualizado y resignificado en la era digital. La imagen de la escultura fue extraída de su contexto original —una galería de arte especializada en lo grotesco y lo inquietante— y reposicionada como el rostro de una supuesta entidad malévola que acechaba a los niños a través de plataformas digitales.
Este proceso de descontextualización no es nuevo, pero la velocidad y el alcance con que ocurrió en el caso de Momo resultan sin precedentes. La imagen se difundió inicialmente a través de WhatsApp en 2018, donde usuarios anónimos la utilizaron para asustar a otros, especialmente a menores de edad. Posteriormente, YouTube se convirtió en el epicentro de la histeria cuando surgieron rumores sobre videos infantiles que eran «secuestrados» para insertar imágenes de Momo junto con instrucciones peligrosas.
El fenómeno Momo y la ausencia de Keisuke Aisawa
Lo más revelador del caso «Momo» es que, mientras los medios de comunicación y las redes sociales amplificaban la alarma, nadie pudo jamás contactar o verificar la existencia de Keisuke Aisawa. Este nombre aparecía en artículos periodísticos y publicaciones en redes sociales, pero sin fuentes primarias ni entrevistas directas. La atribución errónea persistió incluso cuando Keisuke Aiso, el verdadero artista, comenzó a dar entrevistas para aclarar la situación.
Esta confusión no es casual. En el ecosistema de las leyendas urbanas digitales, la ambigüedad sobre el origen contribuye a la mistificación. Un nombre japonés mal escrito o confundido resulta más difícil de verificar para audiencias occidentales, lo que facilita la propagación del mito sin cuestionamientos.
Desmontando la conspiración
Contrariamente a lo que sugieren numerosas teorías conspirativas, no existe evidencia de que:
- Keisuke Aisawa fuera un artista dedicado a crear contenido perturbador para niños.
- La escultura fuera diseñada específicamente para causar miedo o daño psicológico.
- Existiera una organización o individuo detrás de una campaña coordinada utilizando la imagen.
Lo que sí existió fue un pánico moral amplificado por los medios que, en su afán por alertar sobre posibles peligros, contribuyeron inadvertidamente a la difusión del fenómeno. Como señala el investigador en medios digitales Benjamin Radford, muchos de los supuestos «desafíos Momo» reportados resultaron ser fabricaciones o exageraciones sin evidencia verificable.
La historia de Momo y la confusión sobre su creador ilustran perfectamente cómo el miedo colectivo puede construir narrativas que se alejan completamente de la realidad. [Puedes leer más sobre este fenómeno en nuestro artículo dedicado a Momo: la leyenda digital sobre nuestros miedos modernos].
El impacto cultural de la confusión
La persistencia del nombre erróneo «Keisuke Aisawa» en el imaginario colectivo demuestra cómo las atribuciones incorrectas pueden solidificarse en la cultura popular. Incluso hoy, una búsqueda en Internet de este nombre inexistente produce miles de resultados, perpetuando la confusión y dificultando la separación entre realidad y ficción.
Este fenómeno tiene paralelos con otros casos de falsa atribución artística en la era digital, donde la velocidad de difusión supera ampliamente la capacidad de verificación. Sin embargo, pocos casos han tenido el impacto mediático y social que tuvo la escultura erróneamente atribuida a Aisawa.
La respuesta del verdadero artista
Keisuke Aiso ha mantenido una postura reflexiva sobre todo el asunto. En sus declaraciones públicas ha expresado tanto preocupación como cierta fascinación por cómo su obra cobró vida propia en el imaginario colectivo. Según sus propias palabras en una entrevista con The Atlantic en 2019:
«Nunca imaginé que mi escultura tendría este tipo de impacto global. La creé como una pieza artística inspirada en el folklore, no para asustar a niños. Es extraño ver cómo algo que hice con propósitos artísticos se convirtió en un símbolo de miedo».
Aiso ha aprovechado estas entrevistas para aclarar que su trabajo como artista de efectos especiales siempre ha estado orientado a explorar lo grotesco desde una perspectiva artística, no para generar contenido dañino. Esta aclaración resulta fundamental para entender la distancia entre la intención original y la recepción distorsionada de su obra.
Lecciones para la era de la desinformación
El caso de «Keisuke Aisawa» y Momo ofrece varias lecciones importantes sobre cómo navegamos la información en la era digital:
- La verificación de fuentes primarias resulta esencial antes de aceptar atribuciones artísticas o narrativas sobre creadores.
- Los pánicos morales digitales tienden a construir villanos y figuras amenazantes que rara vez corresponden con la realidad.
- La descontextualización del arte puede transformar radicalmente el significado y la percepción de una obra.
- Los medios tradicionales juegan un papel crucial en la amplificación o desmentido de leyendas urbanas digitales.
Conclusión: separando al artista del mito
La historia de Keisuke Aisawa es, en realidad, la historia de un fantasma digital, un nombre mal atribuido que cobró vida propia en el ecosistema informativo contemporáneo. Mientras tanto, Keisuke Aiso, el verdadero artista, ha tenido que lidiar con las consecuencias de ver su obra transformada en un símbolo de pánico moral global.
Este caso nos recuerda la importancia de mantener una postura crítica frente a las atribuciones artísticas en Internet y cómo, en ocasiones, la búsqueda de un creador para fenómenos perturbadores puede llevarnos a construir figuras que nunca existieron.
La próxima vez que encontremos una imagen inquietante en Internet, vale la pena preguntarnos: ¿estamos viendo la obra tal como su creador la concibió, o estamos ante una reinterpretación descontextualizada que ha perdido su significado original?
Referencias bibliográficas
Aiso, K. (2019, marzo 5). Entrevista personal. The Sun. [La escultura original fue destruida en 2018]
Radford, B. (2019). Investigating the Momo Challenge. Skeptical Inquirer, 43(3), 32-34.
Matsakis, L. (2019, marzo 1). The Momo Challenge and the Weird World of Viral Hoaxes. Wired. https://www.wired.com/story/momo-challenge-viral-hoax/
Sakuma, A. (2019, marzo 2). The bogus ‘Momo challenge’ internet hoax, explained. NBC News. https://www.nbcnews.com/tech/tech-news/what-momo-challenge-viral-hoax-causing-panic-among-parents-explained-n977061
Waterson, J. (2019, febrero 28). Viral ‘Momo challenge’ is a malicious hoax, say charities. The Guardian. https://www.theguardian.com/technology/2019/feb/28/viral-momo-challenge-is-a-malicious-hoax-say-charities
Mikkelson, D. (2019, febrero 26). Is the ‘Momo Challenge’ Causing Kids to Commit Suicide? Snopes. https://www.snopes.com/fact-check/momo-challenge-suicide/
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