Stonehenge se alza majestuoso en la llanura de Salisbury, en el condado de Wiltshire, Inglaterra, como un testigo silencioso del paso del tiempo y de la capacidad constructiva de nuestros antepasados. Este círculo megalítico ha fascinado a la humanidad durante siglos, generando incontables teorías, especulaciones y mitos que han llegado hasta nuestros días envueltos en un halo de misterio que la ciencia moderna intenta descifrar.
Como investigador en el campo de lo paranormal y los fenómenos inexplicados, me he propuesto elaborar un análisis riguroso de este monumento, separando cuidadosamente los hechos comprobados de las teorías conspirativas que rodean a esta extraordinaria construcción. Mi objetivo no es destruir el misticismo que envuelve a Stonehenge, sino ofrecer una visión equilibrada donde la evidencia científica y el pensamiento crítico nos permitan apreciar mejor su verdadero valor histórico y cultural.
Tabla de Contenidos
Descripción y contexto arqueológico de Stonehenge
Stonehenge no es simplemente un círculo de piedras, sino un complejo arqueológico que comprende varias estructuras y fases constructivas. La configuración que hoy conocemos es el resultado de un proceso evolutivo que se extendió a lo largo de aproximadamente 1.500 años, con diferentes etapas de construcción y modificación.
El monumento principal consiste en un conjunto de grandes bloques de piedra dispuestos en forma circular. La estructura incluye:
- Un círculo exterior de arenisca sarsen, con dinteles que originalmente formaban un anillo completo.
- Cinco trilitos (estructuras formadas por dos piedras verticales y una horizontal) dispuestos en forma de herradura.
- Varias piedras más pequeñas de dolerita azul, conocidas como «piedras azules», procedentes de las montañas Preseli en Gales.
- Un altar central de piedra arenisca.
- Un foso circular y un terraplén que rodean el conjunto.
Los estudios arqueológicos modernos sitúan el inicio de la construcción de Stonehenge hacia el 3100 a.C., durante el periodo Neolítico, con modificaciones significativas durante la Edad del Bronce, hasta aproximadamente el 1600 a.C. La secuencia constructiva ha sido dividida en varias fases por los arqueólogos:
- Fase 1 (c. 3100-2900 a.C.): Creación del foso circular, el terraplén y posiblemente los primeros agujeros para postes de madera.
- Fase 2 (c. 2900-2400 a.C.): Disposición de estructuras de madera y probablemente las primeras piedras.
- Fase 3 (c. 2400-1600 a.C.): La etapa principal de construcción con piedras, subdividida en:
- Fase 3a: Erección de las piedras azules en un doble círculo.
- Fase 3b: Construcción de la estructura de piedras sarsen que vemos hoy.
- Fase 3c: Reordenación de las piedras azules.
El contexto arqueológico de Stonehenge es aún más impresionante cuando consideramos que forma parte de un paisaje ritual más amplio. En los alrededores encontramos numerosos túmulos funerarios, el Cursus (un monumento alargado de tierra), Woodhenge (un círculo similar pero construido con postes de madera) y la Avenida de Stonehenge, un camino procesional que conecta el monumento con el río Avon.
Los constructores de Stonehenge: ¿quiénes fueron realmente?
La identidad de los constructores de Stonehenge ha sido objeto de intenso debate y especulación a lo largo de los siglos. Las teorías van desde lo plausible hasta lo fantástico, con atribuciones que incluyen a druidas, gigantes, extraterrestres, atlantes y civilizaciones avanzadas desconocidas.
Sin embargo, la evidencia arqueológica contemporánea apunta a que fueron las comunidades neolíticas y de la Edad del Bronce que habitaban la región quienes emprendieron esta monumental tarea. Los análisis de ADN antiguo y los estudios de isótopos realizados en restos humanos hallados en las proximidades revelan que los constructores eran pueblos agricultores y ganaderos que se habían establecido en las islas británicas tras la transición neolítica.
Una investigación publicada en Scientific Reports en 2018 sugiere que muchas de las personas enterradas en los alrededores de Stonehenge provenían de Gales, la misma región de donde se extrajeron las piedras azules. Esto podría indicar que la construcción de Stonehenge fue un proyecto comunitario a gran escala que involucró a personas de diferentes regiones de las islas británicas.
El mito de los druidas como constructores de Stonehenge es particularmente persistente, pero carece de fundamento histórico. Los druidas constituían una clase sacerdotal de las sociedades celtas que surgió aproximadamente en el siglo III a.C., más de mil años después de que se completara la construcción principal de Stonehenge. Esta asociación errónea fue popularizada en el siglo XVII por el anticuario John Aubrey y posteriormente por William Stukeley en el siglo XVIII, y ha pervivido en el imaginario popular hasta nuestros días.

Desafíos técnicos y logística: ¿cómo se construyó?
Una de las cuestiones más fascinantes sobre Stonehenge es cómo estas comunidades prehistóricas, sin tecnología moderna, lograron transportar, tallar y erigir bloques de piedra de hasta 50 toneladas. Este aparente misterio ha alimentado teorías sobre tecnologías perdidas o intervención extraterrestre, pero la arqueología experimental ha demostrado que los métodos disponibles en la época eran suficientes para acometer esta empresa.
Las piedras sarsen, las más grandes del monumento, provienen de Marlborough Downs, a unos 32 kilómetros al norte. Se cree que fueron transportadas utilizando trineos de madera sobre troncos rodantes o posiblemente a lo largo de rutas fluviales. Experimentos modernos han demostrado que un equipo de 200 personas podría mover un bloque de este tamaño.
Más impresionante aún es el transporte de las piedras azules desde las montañas Preseli en Gales, a unos 250 kilómetros de distancia. Un estudio publicado en 2021 en la revista Antiquity identificó con precisión el origen de estas piedras y sugirió una combinación de transporte terrestre y marítimo a lo largo de la costa oeste de Gales y luego río arriba por el Avon.
La técnica de erección de los bloques probablemente involucró la excavación de pozos profundos y el uso de rampas de tierra y sistemas de palancas. Los dinteles habrían sido colocados utilizando andamios temporales y rampas. Las marcas de talla visibles en algunas piedras indican el uso de herramientas de piedra más dura y posiblemente de cuernos y huesos como cinceles.
El ajuste preciso de las piedras demuestra un sofisticado conocimiento de técnicas de cantería, con juntas tipo «mortaja y espiga» que aseguran los dinteles a las piedras verticales. Este nivel de precisión no requiere tecnología avanzada, sino una cuidadosa planificación y ejecución basada en la experiencia acumulada a lo largo de generaciones.
Propósito y función: más allá del calendario astronómico
El alineamiento astronómico de Stonehenge es quizás su característica más conocida y ha sido objeto de numerosos estudios científicos. La orientación del monumento está cuidadosamente calculada para que, durante el solsticio de verano, el sol salga directamente sobre la Piedra del Talón (Heel Stone) cuando se observa desde el centro del círculo. De manera similar, durante el solsticio de invierno, el sol se pone alineado con el eje principal del monumento.
Sin embargo, reducir Stonehenge a un mero «calendario de piedra» sería simplificar excesivamente su significado. Las investigaciones arqueológicas sugieren que este lugar cumplía múltiples funciones sociales, religiosas y ceremoniales:
- Centro ceremonial y religioso: Los depósitos de restos cremados encontrados en el sitio indican que Stonehenge funcionaba como un importante lugar de entierro, posiblemente reservado para individuos de alto estatus social.
- Lugar de sanación: El hallazgo de esqueletos con evidencias de enfermedad y lesiones, junto con la presencia de las piedras azules (a las que se atribuían propiedades curativas en el folclore tradicional), ha llevado a algunos investigadores a proponer que Stonehenge podría haber funcionado como un centro de peregrinación para la sanación.
- Símbolo de unificación social: La construcción de un monumento de tal envergadura habría requerido la cooperación de diversas comunidades, sirviendo como catalizador para la cohesión social y la formación de identidades colectivas.
- Expresión de poder y prestigio: La inversión de recursos y trabajo necesarios para su construcción sugiere que Stonehenge podría haber sido una demostración de poder por parte de las élites emergentes del Neolítico tardío y la Edad del Bronce temprana.
El arqueólogo Mike Parker Pearson ha propuesto la fascinante teoría de que Stonehenge formaba parte de un complejo ritual más amplio vinculado al ciclo de la vida y la muerte. Según esta interpretación, Woodhenge y las estructuras de madera cercanas estarían asociadas con los vivos y el nacimiento (representados por el material orgánico), mientras que Stonehenge, construido en piedra, estaría vinculado a los ancestros y la eternidad.

La acústica de Stonehenge: un aspecto poco explorado
Un aspecto menos conocido pero igualmente fascinante de Stonehenge es su peculiar acústica. Estudios recientes realizados por equipos multidisciplinares han revelado que la disposición de las piedras crea un entorno acústico único, con patrones de reverberación y reflexión del sonido que podrían haber sido intencionados.
Experimentos utilizando réplicas a escala y modelado acústico por ordenador han demostrado que el círculo exterior de piedras sarsen, cuando estaba completo, habría creado un espacio resonante donde ciertos tonos y frecuencias se amplifican, mientras que los sonidos externos quedan amortiguados. Este fenómeno acústico habría potenciado la experiencia ritual dentro del círculo, creando una atmósfera inmersiva y separada del mundo exterior.
La importancia del sonido en las culturas prehistóricas no debe subestimarse. Las investigaciones en arqueoacústica sugieren que muchos sitios megalíticos fueron diseñados teniendo en cuenta sus propiedades sonoras, y Stonehenge no sería una excepción. Las ceremonias acompañadas de cánticos, percusión o instrumentos de viento habrían cobrado una dimensión adicional gracias a estas propiedades acústicas.
Curiosamente, las piedras azules de Stonehenge tienen la peculiaridad de producir sonidos metálicos cuando son golpeadas (un fenómeno conocido como «litófonos naturales»). En su lugar de origen en Gales, estas piedras son conocidas localmente como «piedras que cantan». ¿Fue esta propiedad sonora uno de los motivos para transportarlas desde tan lejos? Es una posibilidad sugerente que añade una nueva dimensión a nuestra comprensión del monumento.
Teorías alternativas: entre la especulación y la fantasía
A lo largo de los siglos, Stonehenge ha sido objeto de innumerables teorías alternativas que se alejan del consenso arqueológico. Aunque muchas de estas interpretaciones carecen de respaldo evidencial sólido, su persistencia en la cultura popular merece un análisis crítico:
- La hipótesis extraterrestre: Popularizada por autores como Erich von Däniken en su libro «¿Carros de los dioses?» (1968), esta teoría sugiere que seres de otros mundos participaron en la construcción de Stonehenge. La supuesta «imposibilidad» de que pueblos prehistóricos pudieran erigir tales estructuras es su principal argumento, ignorando las evidencias arqueológicas sobre métodos de construcción viables con la tecnología de la época.
- La Atlántida y civilizaciones perdidas: Algunos teóricos proponen que Stonehenge fue obra de supervivientes de la mítica Atlántida o de otras civilizaciones avanzadas desaparecidas. Esta hipótesis contradice la evidencia arqueológica que muestra un desarrollo gradual del monumento a lo largo de milenios, coherente con la evolución cultural local.
- El observatorio megalítico avanzado: Si bien Stonehenge tiene indudables alineaciones astronómicas, algunos autores como Gerald Hawkins en «Stonehenge Decoded» exageraron su precisión y complejidad, sugiriendo que era un sofisticado computador astronómico que podía predecir eclipses. Los estudios modernos reconocen las alineaciones solares y lunares, pero desde una perspectiva más pragmática vinculada a los ciclos estacionales y rituales.
- La teoría de los druidas: Como ya mencionamos, la atribución de Stonehenge a los druidas celtas representa un anacronismo histórico de más de mil años. Sin embargo, esta asociación ha arraigado tan profundamente en el imaginario colectivo que actualmente grupos neodruidicos realizan ceremonias en el monumento durante los solsticios, creando una curiosa «tradición inventada».
- Ley de las líneas energéticas: En la década de 1920, Alfred Watkins propuso la existencia de «ley lines», supuestas alineaciones que conectarían sitios antiguos como Stonehenge a través del paisaje. Esta teoría fue posteriormente reinterpretada en clave esotérica, sugiriendo que estas líneas canalizaban energías telúricas. La arqueología moderna no ha encontrado evidencia de un patrón sistemático de alineaciones más allá del esperable por casualidad estadística.
- El gigante Merlín: Las leyendas medievales, popularizadas por Geoffrey de Monmouth en el siglo XII, atribuían la construcción de Stonehenge al mago Merlín, quien habría transportado mágicamente las piedras desde Irlanda. Esta narrativa folklórica refleja el asombro que el monumento ya causaba en la Edad Media, pero carece de valor histórico.
Es importante analizar críticamente estas teorías alternativas en lugar de descartarlas automáticamente. Al examinarlas, podemos comprender mejor la fascinación que Stonehenge ha ejercido sobre la imaginación humana y cómo se ha convertido en un poderoso símbolo cultural que trasciende su contexto histórico original.
El contexto cultural: Stonehenge en su época
Para comprender verdaderamente Stonehenge, debemos situarlo en el contexto más amplio de la revolución neolítica y la transición a la Edad del Bronce en las islas británicas. Este periodo, que abarca aproximadamente del 4000 al 1500 a.C., fue testigo de profundas transformaciones sociales y culturales:
- Sedentarización y agricultura: Las comunidades pasaron de un estilo de vida nómada de cazadores-recolectores a asentamientos permanentes basados en la agricultura y la ganadería.
- Jerarquización social: Surgieron las primeras desigualdades sociales significativas, con élites emergentes que controlaban recursos y organizaban proyectos comunitarios.
- Innovaciones tecnológicas: El desarrollo de nuevas herramientas, técnicas de construcción y, hacia el final del periodo, la metalurgia del bronce.
- Redes de intercambio: Evidencias de comercio a larga distancia, como las piedras azules de Gales en Stonehenge o el ámbar del Báltico encontrado en túmulos cercanos.
- Monumentalidad: La construcción de grandes monumentos comunales como túmulos alargados, recintos causewayed, henges y círculos de piedra.
Stonehenge no era un fenómeno aislado, sino parte de una tradición megalítica que se extendía por toda Europa occidental, desde Iberia hasta Escandinavia. En las propias islas británicas existían cientos de círculos de piedra, aunque Stonehenge destaca por su complejidad arquitectónica y por el uso de dinteles horizontales, una característica inusual.
Este contexto cultural más amplio sugiere que Stonehenge, lejos de ser una anomalía inexplicable que requiera teorías extraordinarias, representa la culminación de tradiciones culturales y conocimientos técnicos que evolucionaron gradualmente durante milenios.

Stonehenge y la ciencia moderna: desentrañando los misterios
La investigación científica moderna ha transformado radicalmente nuestra comprensión de Stonehenge, sustituyendo gradualmente la especulación por evidencias sólidas. Desde la década de 1950, sucesivas campañas arqueológicas y el despliegue de tecnologías cada vez más sofisticadas han arrojado luz sobre aspectos previamente desconocidos del monumento:
- Datación por radiocarbono: Ha permitido establecer una cronología precisa de las diferentes fases constructivas, desmontando teorías que proponían orígenes mucho más antiguos o recientes.
- Arqueología del paisaje: Proyectos como el Stonehenge Riverside Project y el Stonehenge Hidden Landscapes Project han revelado centenares de estructuras enterradas en los alrededores, demostrando que Stonehenge formaba parte de un complejo ritual mucho más extenso.
- Análisis de procedencia geológica: Técnicas como la espectrometría de masas han identificado con precisión el origen de las piedras, confirmando que las piedras azules provienen específicamente de las canteras de Carn Goedog y Craig Rhos-y-felin en las montañas Preseli de Gales.
- Arqueología experimental: Reconstrucciones prácticas han demostrado la viabilidad de las técnicas de transporte, talla y erección de las piedras con la tecnología disponible en la prehistoria.
- Estudios bioarqueológicos: El análisis de restos humanos encontrados en las inmediaciones ha revelado información sobre la dieta, salud, movilidad y origen geográfico de las personas vinculadas al monumento.
Uno de los descubrimientos más significativos de las últimas décadas fue realizado en 2008, cuando Mike Parker Pearson y su equipo identificaron un gran asentamiento temporal en Durrington Walls, a unos 3 kilómetros de Stonehenge. Este complejo de casas podría haber alojado a miles de personas que se reunían periódicamente, posiblemente para participar en la construcción del monumento y en festividades asociadas a los solsticios.
En 2020, la aplicación de técnicas geofísicas avanzadas permitió identificar un anillo de pozos de 2 kilómetros de diámetro alrededor de Durrington Walls, constituyendo la estructura prehistórica más grande jamás descubierta en Gran Bretaña. Este hallazgo demuestra que seguimos desvelando aspectos fundamentales del contexto de Stonehenge, incluso después de siglos de investigación.
Stonehenge como patrimonio y símbolo cultural
Más allá de su valor histórico y arqueológico, Stonehenge se ha convertido en un poderoso símbolo cultural con múltiples capas de significado. Desde el Romanticismo hasta la era digital, cada época ha proyectado sus propias inquietudes, esperanzas y fantasías sobre estas enigmáticas piedras.
El monumento ha inspirado innumerables manifestaciones artísticas y literarias, desde los poemas de William Wordsworth hasta las novelas de Thomas Hardy. En la cultura popular contemporánea, aparece recurrentemente en películas, series de televisión, videojuegos y cómics, frecuentemente asociado a elementos misteriosos o sobrenaturales.
Como destino turístico, Stonehenge recibe más de 1,5 millones de visitantes anuales, generando tensiones entre su conservación, la investigación arqueológica y la explotación comercial. La construcción en 2013 de un nuevo centro de visitantes alejado del monumento buscó un equilibrio entre accesibilidad y preservación.
Las celebraciones del solsticio en Stonehenge representan un fascinante ejemplo de reinvención de tradiciones. Desde la década de 1970, neodrúidas, neopaganos, entusiastas de la New Age y simples curiosos se reúnen para presenciar el amanecer del solsticio de verano, en una práctica que no tiene continuidad histórica directa con los rituales prehistóricos, pero que genera un fuerte sentido de conexión con el pasado.
En 1986, Stonehenge fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, reconociendo su valor universal excepcional como testimonio de una civilización desaparecida. Este estatus ha planteado debates sobre la propiedad cultural y el derecho de acceso al monumento, especialmente por parte de grupos que lo consideran un lugar sagrado.
Controversias contemporáneas: arqueología, política y espiritualidad
Lejos de ser una reliquia inerte del pasado, Stonehenge sigue generando intensos debates y controversias que reflejan tensiones contemporáneas más amplias:
- La repatriación de restos humanos: Los restos cremados excavados en Stonehenge durante el siglo XX han sido objeto de peticiones de reenterramiento por parte de grupos neopaganos, planteando complejas cuestiones éticas sobre la investigación arqueológica y el respeto a creencias espirituales.
- Desarrollos de infraestructura: El proyecto para construir un túnel bajo Stonehenge para la carretera A303 ha provocado encendidas disputas entre quienes argumentan que aliviaría la congestión y mejoraría la experiencia del visitante, y quienes temen daños irreparables al paisaje arqueológico.
- Acceso y restricciones: La gestión del acceso al monumento durante eventos como los solsticios genera tensiones entre English Heritage (la entidad gestora), grupos espirituales que reclaman derechos religiosos, y el público general.
- Interpretación y narrativa: ¿Quién tiene autoridad para interpretar Stonehenge? ¿Los arqueólogos profesionales, las comunidades locales, los grupos espirituales contemporáneos? Esta cuestión refleja debates más amplios sobre la democratización del conocimiento y el respeto a múltiples perspectivas.
- Comercialización vs. sacralidad: La creciente comercialización del sitio como atracción turística contrasta con su significado espiritual para diversos grupos, generando debates sobre la mercantilización del patrimonio.
La gestión de Stonehenge ejemplifica los dilemas a los que se enfrentan muchos sitios patrimoniales globalmente: equilibrar conservación, investigación, turismo, respeto cultural y significados contemporáneos. No existen soluciones perfectas, sino negociaciones continuas entre diferentes intereses y valores.

Conclusiones: entre la ciencia y el misterio
Tras este recorrido por la historia, arqueología y mitología de Stonehenge, podemos extraer algunas conclusiones:
- La evidencia arqueológica proporciona respuestas sólidas a muchas de las preguntas fundamentales sobre Stonehenge: cuándo y cómo se construyó, quiénes fueron sus constructores y cuáles eran sus principales funciones. No necesitamos recurrir a teorías extraordinarias para explicar su existencia.
- Sin embargo, aspectos importantes de Stonehenge permanecen abiertos a la interpretación, particularmente lo relacionado con sus significados simbólicos y experienciales para las personas que lo construyeron y utilizaron.
- Las teorías alternativas y conspirativas sobre Stonehenge revelan tanto sobre nuestras preocupaciones contemporáneas como sobre el monumento en sí. Reflejan una fascinación perenne con nuestros orígenes y una resistencia a aceptar las capacidades de nuestros antepasados «primitivos».
- El valor de Stonehenge trasciende lo puramente arqueológico; se ha convertido en un símbolo cultural polisémico que continúa inspirando arte, literatura, espiritualidad y reflexión sobre nuestra relación con el pasado.
- Como investigadores de lo paranormal y las conspiraciones, nuestro objetivo no debería ser ni aceptar acríticamente ni rechazar automáticamente las narrativas alternativas, sino examinarlas con rigor metodológico, contextualización histórica y apertura a la evidencia.
Quizás el verdadero significado de Stonehenge para nosotros hoy resida precisamente en esta tensión entre lo explicable y lo misterioso, entre la precisión de la ciencia y la potencia del simbolismo. Como escribió el arqueólogo Jacquetta Hawkes: «Cada generación ha visto en Stonehenge el reflejo de sus propias inquietudes y aspiraciones.»
Es esta capacidad para sostener múltiples significados y provocar asombro lo que asegura que Stonehenge seguirá fascinándonos durante los próximos milenios, tanto como ha fascinado a las generaciones anteriores. No es necesario invocar alienígenas o civilizaciones perdidas para apreciar la magnitud del logro que representa; basta reconocer la extraordinaria creatividad, determinación y sofisticación de nuestros antepasados neolíticos.
Referencias bibliográficas
Atkinson, R.J.C. (1979). Stonehenge. Penguin Books.
Chippindale, C. (2004). Stonehenge Complete. Thames & Hudson.
Darvill, T. (2006). Stonehenge: The Biography of a Landscape. The History Press.
English Heritage. (2014). Stonehenge: A History in Photographs. English Heritage.
Hawkins, G.S. (1965). Stonehenge Decoded. Doubleday.
Hill, R. (2008). Stonehenge. Profile Books.
Johnson, A. (2008). Solving Stonehenge: The New Key to an Ancient Enigma. Thames & Hudson.
Parker Pearson, M. (2012). Stonehenge: Exploring the Greatest Stone Age Mystery. Simon & Schuster.
Parker Pearson, M., & Ramilisonina. (1998). Stonehenge for the ancestors: The stones pass on the message. Antiquity, 72(276), 308-326. https://www.cambridge.org/core/journals/antiquity/article/abs/stonehenge-for-the-ancestors-the-stones-pass-on-the-message/F784FCD4FE7A68816EF4B7AB491A1E93
Pitts, M. (2001). Hengeworld. Arrow Books.
Richards, J. (2007). Stonehenge: The Story So Far. English Heritage.
Ruggles, C. (1997). Astronomy and Stonehenge. In B. Cunliffe & C. Renfrew (Eds.), Science and Stonehenge (pp. 203-229). Oxford University Press. https://www.thebritishacademy.ac.uk/documents/3920/92p203.pdf
